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19 abril 2012

ENTREVISTA CON DOLAN MOR (REVISTA ECLIPSE, Nº 15, “LA IDENTIDAD”, UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA)


Édgar Valdemar: ¿Hay en las otras identidades (literarias o no literarias) otros niveles de subconsciente más allá del subconsciente alcanzado por ciertas disciplinas psicológicas?

Dolan Mor: Bueno, Edgar, para empezar te diré que me ha costado una enorme cantidad de dinero ser pobre y estudiar una carrera en la universidad para al final descubrir que no sé nada, ni siquiera sobre las identidades. A pesar de mi ignorancia, sueño con ser un día un simple animal literario que escribe poemas y que se mueve dentro de los parámetros normales de una determinada realidad poética. Me cuesta demasiado tiempo y energía vivir como el animal civil del que hablaba Aristóteles. La identidad como fenómeno traspasa la psicología, la filosofía, los conceptos teóricos, las contradicciones. El ser humano se puede definir como un edificio de carne y espíritu, con distintas habitaciones dormidas en su interior. Sólo es cuestión de encender las luces de esas habitaciones internas, con el interruptor adecuado y, una vez encendidas, mirar hacia dentro o habitarlas, sin miedo. Si nos conociéramos a plenitud nosotros mismos primero (oh, Femonoe), ya intuiríamos, desde el desconocimiento, el mundo que nos rodea. La diversidad no es otra cosa que un mismo espejo repetido de manera infinita. Un hombre puede ser un árbol que se funde en los mitos través de su imaginación (Ezra Pound), un insecto que se enajena de manera simbólica (Kafka) o una mujer delirante que habla desde su mente (David Markson). El universo es mental según los esotéricos y, según los hindúes o Schopenhauer, es sólo una Gran Ilusión o Maya. Pero, ¿para qué teorizar con palabras vanas de lo que ignoramos sobre las identidades? Sueño todos los días y escribo mis sueños, nada más, fuera de ese anodino oficio, no sé nada. Y todo lo anterior te lo digo suponiendo que mi sueño no sea el sueño de otro, como el famoso cuento chino de la mariposa. Anoche, por ejemplo, soñé que le hacía el amor a la palabra Belleza. Por cierto, es una palabra rubia, de ojos azules.

Édgar Valdemar: ¿Hay en la identidad de Anín Turdela un anhelo oculto de encontrar una pureza del deseo que ha sido robada por la suciedad de la realidad?

Dolan Mor: A las palabras “sociedad” y “suciedad” las separa sólo una vocal, un simple sonido fonético, una pared transparente, aunque a veces, casi siempre, parecen lo mismo, se mezclan (te aseguro que lo lúdico en el lenguaje no lo aprendí con Ferdinand de Saussure, sino al sur de Europa, en España, donde ahora bebo y vivo con mi bocal). Toda mi poesía, todos mis libros, reflejan ese juego entre suciedad y sociedad, sólo cambia la voz del discurso o la forma, la técnica de escritura, pero la finalidad y el principio de esa finalidad es el mismo. Yo soy parte de esa suciedad, soy un socio bastante sucio. Sin embargo, dentro de mí vive también un niño que nunca invito a pasear porque sus zapatos están hechos de una fina materia blanca y lo mismo se rompen sus suelas que se enredan sus cordones al caminar entre las redes de la hierba exterior. Ese niño es el que mueve los hilos internos de todos mis yoes, de todos mis proyectos poéticos. Da igual que cites a uno de los personajes a través del cual me expreso en un determinado poemario como es Seda para tu cuello, o que me hables de la desaparición del autor en un libro como La dispersión. Si te fijas bien en este último libro mío, La dispersión, no hay una nota bio-bibliográfica ni una foto en la solapa o en la contraportada, lo cual sugiere que el libro lo pudo haber firmado cualquiera porque, en definitiva, ¿qué importa un nombre?, ¿qué importancia tiene el velo de una u otra identidad?, ¿hasta dónde es imprescindible el sexo o la ideología a la hora de escribir con la dignidad de un misionero de la palabra? Ser sucio o no ser sucio como un escritor verdadero, he ahí la cuestión. Yo ya me sacié de la suciedad que hay en la sociedad. O para decirlo con las palabras que María Zambrano le escribió a su amigo Simons, más que al yo, mi obra aspira un día a pertenecer al reino del ya.

Édgar Valdemar: ¿Supone la identidad un Myse en abyme ontológico en el que introspectivamente el “yo” se lanza hacia sus otros yoes ocultos en una búsqueda ilimitada?

Dolan Mor: El conjunto de mis libros, más que una historia dentro de otra historia o de un abismo dentro una enmarcación ilimitada, funciona como un árbol que se ramifica en otros yoes para expresarse siguiendo un hilo o proyecto literario. Es como un laberinto del cual se conoce, por lo menos no de manera empírica, la salida. Sólo que ese laberinto es un túnel bajo tierra. Sólo que ese árbol tiene la raíz hacia arriba. En literatura, y eso lo repetía Hemingway a través de la simbología del iceberg, es más importante lo que se oculta que lo que se dice.

Édgar Valdemar: ¿Es como se sugiere en el libro masculino de la destrucción (El libro bipolar) la identidad del hombre moderno una negación del verdadero individuo que ve condicionada su verdadera subjetividad por un subrepticio ejerció de influencias externas?

Dolan Mor: Cuando te miras en un espejo, la forma y el reflejo están frente a frente. Tú no eres el reflejo, pero el reflejo es tú (Hokyo Zan Mai).
                                                                      
Édgar Valdemar: ¿Es el suicidio una forma de asesinar ese yo dirigido? ¿Un acto de liberación de una identidad moral y personal impuesta?

Dolan Mor: Cuando me suicide te contestaré la pregunta con más dominio del tema, pero si te refieres al suicidio como un mero instrumento literario entonces coincido con la afirmación de tu pregunta. Sí, en mis libros el suicidio funciona como un acto de rebeldía, como una pedrada contra las paredes que nos han impuesto desde que abrimos los ojos a este mundo. Para empezar, nos imponen una familia que a lo mejor no nos gusta demasiado. Así sucede también con el nombre que nos dan, con las costumbres, con la moral, con la religión, con el país donde nacemos. En ese sentido el suicidio en mis obras sería como una protesta en silencio, como una salida “elegante” en medio de la función teatral, sin despedirte de nadie.

Édgar Valdemar: ¿Hay en el sexo una indagación de la frontera ulterior a la nada que pueda liberarnos de la desaparición?

Dolan Mor: La desaparición es el sueño de todo escritor que se valore y se respete, de ahí el destino obsesivo que perseguía Walser, de ahí ese pueblo de fantasmas y muertos donde se esfumó Juan Rulfo para no escribir nunca más. Sin embargo, reconozco el influjo de los sueños frustrados que heredamos del sexo, de los traumas de la infancia o de la ausencia (o ejercicio) de un poder determinado. Freud era un judío demasiado inteligente: copulaba encima de las cúpulas, pero escondía su falo detrás de un faro. Para qué engañarnos o vestirnos de santos a estas alturas del siglo XXI si ya las cámaras digitales nos persiguen hasta en los móviles como si fuéramos actores porno. Desde nuestros orígenes más remotos hasta el día de hoy, no cabe duda alguna, el deleite supremo es el orgasmo (Fonollosa dixit).

Édgar Valdemar: ¿Puede ser definida la mujer de acuerdo a su retrato en El libro bipolar, es decir, cómo creación completada desde la destrucción? ¿Es esta cómo la luz que lleva en sí sangre de oscuridad? ¿Es como la vida que respira de su propia muerte?

Dolan Mor: Para entender El libro bipolar es necesario un mínimo conocimiento de la Cábala y de El Kybalion de Hermes Trismegisto; sin embargo, también se puede leer como un poemario andrógino que sirve de puente entre mis libros anteriores, Nabokov’s Butterflies o Los poemas clonados de Anny Bould y el poemario que le sigue después, La novia de Wittgenstein. La mujer es Adan al revés, o sea es Nada (entiéndase la nada como un juego lingüístico al invertir las letras de la palabra adan). Pero la Nada es en sí el Todo. El hombre es Eva al revés, o sea es Ave. Pero lo contrario del vuelo es la caída. Un pescado sin s es un pecado. El hombre es un pescador sin s. En el poemario que citas el poeta es una especie de pescador (o sea de pecador si le quitamos la s) de palabras, de versos. Esas son, por ejemplo, algunas de las simbologías de dicho libro. Pero, y si te digo que en realidad no me llamo Dolan sino Alicia y que suelo vivir dentro de un espejo, ¿me creerías? Seguro que no porque te acordarías un poco de Alice Liddell y de la historia de Lewis Carroll. Sin embargo, tal vez me creas si te digo que por las noches, cuando nadie me ve, fumo libros de ocultismo y soy una sombra carnal de mi propio ego, poseído por los instintos más bajos...En verdad, Edgar, yo soy Alicia al revés, o sea mi heterónimo nocturno es Aicila, Aicila Mor.

Édgar Valdemar: Dolan se define como un personaje literario en la realidad, pero sería posible entender que el ser humano es un personaje. Siendo así qué se puede encontrar tras la máscara social o el ropaje externo del que hablaba Pedro Salinas.

Dolan Mor: El principal requisito que debe poseer una obra literaria es, según Pedro Salinas, la autenticidad. Dolan es un personaje literario en el sentido escritural. O sea, el padre Dolan es un personaje en El retrato del artista adolescente de James Joyce y, como ya he explicado otras veces, en el inglés arcaico dolan significa tonto (me considero el más tonto de todos los poetas). Shakespeare decía que la vida es un cuento narrado por un idiota. En este planeta de idiotas, que debió llamarse Agua y no Tierra, yo sólo me limito a levantar la mano, como un idiota más. ¿Entiendes ahora de qué va el juego literario desde El plagio de Bosternag? Cada carta que pongo sobre la mesa tiene un por qué, incluso un simple nombre. Pero no tener orden o significado a veces también significa tenerlo. Seda para tu cuello es una antología monótona que se burla de los coros que imitan a los poetas malditos, por eso los tres poeta que aparecen en ella no obedecen a un por qué nominal, no significan nada sus nombres, sino más bien una sombra de la nada. Yo soy El idiota entre las hierbas, según el título de otro de mis poemarios. ¿Acaso no te duele tanta hierba de materialismo, consumismo y maldad tapando el rosal de nuestro jardín contemporáneo?

Édgar Valdemar: ¿Somos heterónimos de diferentes yoes ajenos a una esencia homogénea psicológica y moral?

Dolan Mor: Puede que seamos heterónimos de Dios o de Satanás, todo es posible, pero en literatura cada heterónimo debe responder a un plan consciente o a una autoría paralela determinada. El heterónimo también se puede falsificar para denunciar la impostura de la época en que vivimos o para ironizar sobre una literatura pobre e imitativa como la que abunda hoy día. Se equivocan en parte los que asocian mi obra sólo a las influencias de Pessoa o de Borges porque hablaron antes de tiempo, alzaron la voz sin terminar de ver la película o la función teatral, sin deletrear The end. Mi poesía es hija de Pessoa y de Borges, pero también es hija de Lezama Lima, de César Vallejo, de Oliverio Girondo y de E. Simons. He jugado como un niño enmascarado y maldito para llegar hasta la orilla del lago profundo que duerme en sus versos y créeme, aún el resplandor del agua que brilla en sus obras me hace caer de rodillas al borde del abismo, y caigo con humildad, con asombro desde mis ojos de pe(s)cador, porque mi verdadero nombre no es Dolan, mi verdadero nombre, como el de todos los que escribimos o pe(s)camos desde la ignorancia, es Nadie.








DOLAN MOR: POEMAS DE SU LIBRO SCRIPTURA.


Mientras exista un verbo «ser» que parezca funcionar como «comer» y «beber»; mientras existan adjetivos como «idéntico», «verdadero», «falso», «posible»; mientras hablemos de un flujo temporal y de una expansión del espacio, etc., tropezarán los hombres siempre con las mismas dificultades y mirarán absortos algo que ninguna aclaración parece poder disipar.
Por lo demás, esto satisface una necesidad de trascendencia, ya que al creer que ven el límite del entendimiento humano, creen naturalmente que pueden ver más allá de él.
                                                      
                                                                                                                 Ludwig Wittgenstein





 VAREA DEL AHOGADO MOSCOVITA

Lo digo Io, VareadA-lo-
na, ¿es verdad que aquí en mi alcoba
de agua sopla la muerte?,
desteje mi cabello, teje el ca
ballo de la vida, como una marihua
na sin mar, cascos de bares mi su
perficie líquida, cenicero de silencios la
custres (mudos mundos de
ja dos en discursos ajados, dijo alguien) pe
ro... ¿Verdad, A-lona?, esquía mi lomo donde so
pla un frío de hielos, mira mi ca
bayal, mi yo profundo, sin brújulas ni bo
tes, atado a un madero de Aragón con gono
(a)rrea, hoy la coca me hunde locadamente en es
tas aguas lejanas, sin haber la probado nunca
de(a)puros no me sacio (soy sincero, es verdad, pe
ro en lo hondo nado y en la nada del
agua cuando actúo me ensucIo).



(H)ORACIÓN SIN HORACIO Y SIN ROMA

Ojos de perro azul, el-
Eva mi obra hasta Parra
(el poeta, no el barrio),
di que Perón habita en C.,
pero no la magnolia de su E-
vita, evítame la luz de estos docto
res (sin estudios) que duelen,
dolanea en mi jaula (A. Pizarnik).
Azul de ojos de perro JIBAREA
(sin azul ni perros en mi casa),
asoma la costumbre de la
drar en la hoja un poema sin pe
na, dame un kilo de ajo sin el
mal de otros ojos AJENOS.
Perro de soja en luz, silabea
mi jarra hasta llenarla con be
bida de roble en los mercados,
mercadea mi obra, mi jarrón,
vende incluso mi soga si es preciso.
Es precioso el dinero, pero mata
(sopla un hedor a clínica en su a-
Roma). He sido puro, no perro,
sin embargo, de nada me ha ser
vido arder en boca propia o ser
LÁZARO sin llagas ni cielo.




HÁBITAT

Viviría en el agua o en el aire, pe
ro en la tierra el fuego me lastima
(límites los umbrales del dolor,
límites mis dolores exquisitos), hi
jo de hombre, nací pábulo en enero,
un sirviente en el miedo y las cos
tumbres. Viviría en las ramas de los
árboles, me diría en monal, en cir
cunstancia a puños, monacal sin ser
monje, mojaría mis ojos por las no
ches con perfume de asombro, sin
ventanas, para volverme ciego e ig
norar la bestia de ese mono celes
tial que contamina con su llama el
mundo, sus maldades que brillan
bajo el lujo, los aledaños jueces en
su nombre. Lirio crecí después, pe
ro un gusano balancea mi alma como
un péndulo, refinado por dentro me
volví, pájaro sin un traje de familia,
me desnudo a mí mismo en solitario,
escribo mi verdad con mano ajena,
pero nada me salva de este espacio, ni
un cambio de hábitat, ni este lenguaje
que me aísla de todos sin ser uno,
que me da en una mesa al sur de Eu
ropa la escritura de espejo, el mal o
ficio, como el sexo abismal de una es
pecie ya muerta que no es macho al
tejer su descendencia, pero tam
poco, al destejerla, es hembra.




 AQUÍ, BAJO LAS PIEDRAS

Aquí, bajo las pie
dras, hare
mos una casa con pare
des de ce
dro, dije, después
giré mis labios hacia la per
versión mientras te des
nudabas(...)En
el salón pondre
mos nues
tros cuerpos desnudos en
cima de
una cama, al lado de
una coma, come
remos encima de
nuestros propios cuer
pos, sin el lago de sábanas que
protege el jardín con ánades
marrones.
Aquí bajo las pie
dras puliremos cristales,
dijo minocadáver ante
tu desnudez,
dos peras, una hogue
ra, un agujero oscuro de
silencio tal vez,
y diez hilos de made
ra salían de tus puños, guantes
de terciopelo, el barniz de tu cue
llo. Viel Temperley
diría “tu noche de
hospital”, yo te amo en es
tos ver
sos, no británico o ruso, me
nos es
candinavo, mi nombre es
ale
mán, puede que se
a Schwiteers,
porque todo mi se
men es made
in _Alemania,
los suspiros, los be
sos, de amante
portugués.
Aquí, tras los cristales,
debajo de las pie...



 MAGNOLIAS

Guardo la mag
nolia de un po
ema en mis labios,
la estrujo en mi sa
liva, escupo sus pé
talos al cielo. ¿Dón
de la conocí?, ¿dón
de miré su per
fume de hembra?
Guardo la mag
nolia en secreto, la
digiero y vomito, la
disparo como una pistola
femenina en mi sien.
Pólvora de su bala.
Escilanada flor
que ahora sangra
en mi boca.




NÓRELA

La espátula, Alerón, la pas
ta du
ra, espatulea, patea mi hí
gado (puerco
de hombre) araña mis
hormonas, funde-
cofunde, confunde mi imagen,
al margen
marginal de mi selva, du
nas habito,
sin hálito hi halo, sin
cántaros ni aguas.
Olvida los lespince, piensa en
mi sed sin labios,
bolos de carne, carnivorea
el cernícalo que soy.
Con cemento y pintura, pan
tera de mis penas,
que salte el león que es
condo, que muerda
la jaula de la vida, pero que
quede retenido
mi rostro en la arena. Es
pumea mi baba,
babea mi punzón sin el oá
sis.______________ La
espátula, Alerón,
la puta ergástula
de ser león mortal sin ser
la fiera. Ese soy yo: un mal
yo-yÓ de huesos y ten-dones.




HERENCIA

Y qué heredamos de Di
os si no un espejo ro-
to
el uni verso hue-
co los es
combros
la historia
el mal
de hacer el bien.
Qué cántaros ni orillas
qué elemental esen
cia
qué fórmula animal
qué nula matemática
qué polvo
del olvido,
qué cenizas,
qué ruinas:
¿eso es lo que heredamos?
Y los dados,
la suerte,
el azar de los días
que nos vira
al revés

mientras
nos despedaza.





SON-AMBULIA

He
abierto la puer        ta de mi boca, he
entrado en mí a 2
solapas del cielo
a 2 pantalones del
sintagma nominal, he be
sado mi alma de pas
tor sin ovejas, de oveja
sin pasto ni río ni lana
(¿no ves la hierba moderna?)
y mi alma de liebre
libre de coche o de          hogar (no sé
conducir
me)
con llaves ajenas  y mi gra
gada saliavo d emacho
escatonea en mí
la miesma esencia
de la muerte, pero es
to ya lo dijerom otros...
por dios nada es...
silencio(...) silencio(...)
es horrible la asignatiura
dele scriba´es horrible
el metro en que bebo
alcohol en mi nombre
al le
vantar la pa      red        hacia den-tro.





MEN SAJE EN CLAVE NWUH8324

dolan mor cokf56bfffer876
erg9345rgru9e7634 dile que en invierno
sobre las ramas del manzano j3j3r3rj
las muchachas se mueren
kwenfewf8ewfewf89ewfef90’
las cubre el hielo de la soledad
es normal la nieve se oye
en su blanca llama wefmnjiwefjf ikewm
Europa es como un cristal
enfermo y sin luz jewfbwef78mn
la luna se refleja en su hueso húmero
jewbnef   no hay flores en el cielo
jfwefff74effweufyh7e8wfe
8wfj9wefg7wergurgur8g
ewfguwe8fgywefgweghwe89gywe
7gywergre8gerygwef       oh Dios mío
no hay flores en las terrazas del cielo

¿me oíste, dolan mor? dile también
con un pétalo de oreja wefwefgwe7wehfg  
wehg78wetg7wegjwe9gurg
tpkh5h7u5ghk5oghjer8
guerkgpefboerug89werg9g
wefgkwefgywe78fg  
weogk9gu7834ujh9r3kh
efmweuiofgh  weugwer
goerjkgh89ergh8        erjhoerh
que la muerte, oh loba mía,
nos llama en silencio desde
las escarchas más negras de la tierra

como la nieve que ahora cae
sobre esta hoja   ¿no la oyes?
nfuwefweufuweit723r923
como la muerte que se desprende
en hilos blancos desde las ra
mas
del
man
zano
y deja
es
ca
mas
de frío
en
mis
ojos.

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